viernes, 30 de julio de 2010

Ana María “la Loli” Ponce, poeta de EL VIENTO. Carlos Penelas, poeta del BARRILETE.

Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El VientoTrigésima Quinta Comunión Literaria. Recibida el 8 de julio de 2010. Ponce, Ana María “la Loli”. Escritora asesinada y / o desaparecida entre 1974 - 1983 durante la dictadura militar de la República Argentina. Referente en lucha y dignidad para quienes nacemos Vientos.


Testimonio


“He surgido muchas veces / desde el fondo de las estrellas derrotadas”
En la pared del cuarto del sótano de la ESMA, la Loli había pegado un poema, al lado tenia la foto de su hijo.


Narrativa


Empecé a caminar despacio. Moviendo mis piernas lentamente. Primero una, luego la otra, tratando de perder ese ritmo cansado y de pasos cortos que adquirí con tanto tiempo de llevar cadenas. Me sentía liviana, pero cuando quise caminar rápido un mareo me obligó a descansar hasta que mi pulso se normalizó.
Qué grande me parecían los espacios. Que anchas las calles. Los automóviles se movían rítmicamente: rojo detenerse; verde en marcha, yo como una sonámbula los veía pasar y una especie de temor me invadía; tanto tiempo sin verlos, sin sentir el hermoso ruido de los motores, sin respirar el penetrante olor de los gases de los escapes. Era como una fascinación. Respiraba profundo, una, dos, tres veces, para que ese aire (que dicen contaminado y sucio) me llenara los pulmones, y me sofocara.


La tarde iba haciéndose muy lentamente noche. El cielo se pintaba con colores que ya había olvidado. No había nubes, Buenos Aires vivía un hermoso día de primavera en pleno otoño. Los árboles ya casi no tenían hojas, las pocas que quedaban tenían un tinte rojizo y se balanceaban desafiando el viento suave que empezó a soplar desde el río.


Santa Fe empezaba a llenarse de luces de colores que se prendían y apagaban, titilantes, invitando a mirarlas, a enamorarse de ellas.


La cabeza empezó a dolerme. No podía distinguir las figuras, mis ojos no me respondían, era tanto el tiempo, el tiempo de estar mirando nada más que las paredes de las celdas, de los corredores, todo cercano, todo blanco, todo monótono, todo repentinamente igual durante días.


Muchas veces pensé en este día. Imaginé, traté de imaginar el olor, el sabor de la libertad, la sensación de caminar sin pedir permiso, de dormir sin pedir permiso, de mirar sin pedir permiso, de orinar sin pedir permiso.


Me di cuenta que sentía ganas de ir al baño. Entré en un bar. Damas, decía una puerta que además como para que uno no se pueda equivocar tenía una primorosa damisela dibujada sobre la madera.


Salí del baño y me senté en una mesa. El reloj de la pared marcaba las 19.30, era temprano. Pedí un café. Lo tomé lentamente. Pensé en comer algo. Pero no tenía apetito. Quise recordar lo que sentía antes, cuando me sentaba en las mesas de los bares a tomar café. Me resultó imposible. Había pasado mucho tiempo. El pasado era una nebulosa, o tal vez yo lo había reducido a eso. Dolía mucho. Durante mucho tiempo dolió mucho, hasta que al final logré que fuera un inmenso fantasma borroneado, que se quedaba muy quieto escondido donde yo no pudiera verlo.


Salí del bar para tomar un colectivo hasta Plaza Once. Caminé hasta encontrarme indiferente, sin darme cuenta del placer que me producía ese leve contacto, esos roces rápidos, incluso algunos se volvían a mirarme con enojosa expresión y a reprocharme mi distracción. Yo sonreía feliz. Ellos seguían su camino cansados, tratando de colgarse de algún colectivo para volver a sus casas.


Mi casa. De nuevo el pasado tomando por asalto mi cerebro. ¿Cuál era mi casa? Hace tanto tiempo... Mi casa, ya no existía. Fue tan efímero. Mi casa. Mi familia. Eso es, la casa de mi familia. Mi madre, la casa de mi madre con sus árboles frutales, con su parral, con esa serena atmósfera de las casas provincianas. ¿Cómo estaría mi madre?


Bajé del 68 en Once, sentí unas repentinas ganas de correr, pero tuve vergüenza, y acomodé mi paso al de los demás. En mi cartera tenía un pasaje. San Luis, 13 horas de viaje, casi 900 Km. Pensé cómo me recibirían. Mi familia, mi madre, mis hermanos, mi hijo…


Mi hijo. Exactamente 10 años sin verlo. Tiene 12. Sé que le hablaron de mí. Qué vieja me siento, tengo miedo ¿Cómo será? ¿Cómo me esperará? Me han dado ganas de llorar, lloro, hacía mucho tiempo que no lo hacía. Camino hasta la plataforma 4 donde espera el ómnibus. Hago un esfuerzo para no gritar que yo viajo cuando llaman a los pasajeros del coche 112 con destino a Mendoza, con paradas en Pergamino, Venado Tuerto, La Carlota, Río Cuarto, Villa Mercedes, San Luis…


Me siento. Trato de que mis ojos no se vean hinchados y los cierro fuerte. Un gran cansancio empieza a invadirme. El cuerpo se me va ablandando, es la gratificante sensación que precede al sueño.
Cuando abrí los ojos, sentí que una luz me encandilaba. Los cerré de nuevo. Los abrí y miré por segunda vez la luz. Era la bombita que colgaba arriba de mi cucheta. Todo seguía igual. Las paredes de la celda, los corredores, todo cercano, todo blanco, todo monótono, todo repetidamente igual. Sentí deseos de ir al baño y tuve que llamar al guardia…
Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 35: Integración. Penelas, Carlos.


Declaración Jurada


En verdad desde el punto de vista poético, es difícil que se pueda agregar algo. Creo que un solo poema bastaría para justificar esencialmente una vida. El Ulises de Joyce es una reiteración del Prometeo de Esquilo.
El amor, la vida, la muerte, la libertad, son inherentes a cada hombre. Y creo firmemente en el hombre.
Por esa razón pienso que la revolución total y permanente, sin cristalizaciones, sin ídolos, sin teologías, es la síntesis del hombre nuevo. Lo contrario es burocratizar el pensamiento, el corazón, las manos.
Otro sí digo: La creación es una labor cotidiana e interior. Es decir, acumulación de trabajo. Concretamente el intelectual debe ganarse el pan.
Por último. El sueño y la vigilia son mi propia existencia. El poema, entonces, es una integración.
De carne y hueso, cargado de infinito como el amor, la vida y la libertad.






Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.

Sandra Amaya, poeta de EL VIENTO. Gustavo Adolfo Valdés, poeta del BARRILETE.


Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento
Trigésima Sexta Comunión Literaria. Recibida el 4 de marzo de 2010. Amaya, Sandra.
Te mando temas que escribí y que están musicalizados. Los dos primeros son testimoniales. El tercero te lo mando por la poesía que salió en ese momento. Espero que vaya todo bien. Me voy a ensayar porque esta noche tengo una actuación con Luisa Calcumil en Río Negro. Hace unos días que estamos preparando esto. Después te cuento cómo salió. ¡Abrazos!
Testimonio I


Mujeres del mundo


Este poema lo escribí cuando se organizó el último Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza
Mujeres del mundo no se desesperen,
busquen su destino, alcen bien sus frentes,
desanden caminos que las confundieron,
recorran senderos de colores nuevos,
vuelquen lo que saben en cántaros de vida
y renazcan siempre con sabiduría… con sabiduría.


Mujeres de leche, mujeres nativas,
mujeres del llano, mujeres andinas,
jóvenes, adultas, abuelas y niñas,
fuerza es lo que sobra, si estamos unidas.


Caminen erguidas, así las escuchan,
no bajen las manos, sigan con la lucha,
suenen bien sus voces, digan lo que piensan,
mujeres del mundo, griten su presencia.
soy mujer andina, soy mujer cantora,
me sumo al esfuerzo, mujeres de ahora…mujeres de ahora.


Mujeres de leche, mujeres nativas,
mujeres del llano, mujeres andinas,
jóvenes, adultas, abuelas y niñas,
fuerza es lo que sobra si estamos unidas…
fuerza es lo que sobra si estamos unidas…
fuerza es lo que sobra si estamos unidas…


Sandra cantando con su voz de pueblo. Mendoza, año 2008




Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 36: Información Sumaria. Valdés, Gustavo Adolfo


Declaración Jurada


El de las palabras -es decir en definitiva, el de la poesía- no es sino uno de los lenguajes posibles. Podemos aceptar, incluso, su carácter privilegiado, prestigiado por el uso que de él han hecho algunas de las más agudas sensibilidades a lo largo de la historia de nuestra especie.
Pero este lenguaje será dado en la medida que implique la posibilidad de diálogo: en tanto puede ser el vehículo de un conocimiento, de una información, de un descubrimiento o de un deslumbramiento que un hombre (el poeta) tramite a los demás. Ahora bien, en nuestros famélicos países (estoy hablando concretamente de América Central) han sido expropiados por el colonizador y en donde al pueblo se le ha privado del uso de la palabra. -analfabetismo mediante-, este lenguaje, el de la literatura, el de la poesía, carece de eficacia, carece de vigencia, carece de poder.
Para nosotros esto es bien claro: entre el opresor y el oprimido no hay dialogo posible, ya que la simple existencia física del uno supone la deshumanización del otro. En este sentido, el único lenguaje eficaz -en nuestros países y en el último cuarto del siglo XX- el único dotado de efectivo poder de convicción, es el de las armas.
A pesar de ello nosotros –dependientes, subdesarrollados, colonizados- escribimos. Y encima pretendemos estudiar poesía. Claro que poesía sucia de realidad; despojada (hasta donde nuestra misma de-formación nos lo permite) de retóricas y perspectivas; infectada de política; complicada con la historia.
Asumimos, pues, la poesía -la asumo- como un lenguaje provisional, como un restringido lenguaje posible, en tanto velamos las armas para la batalla definitiva por nuestra liberación; batalla en la cual las palabras -todas las palabras- éstas como las demás- cederán la palabra a más contundentes argumentaciones.
Buenos Aires, diciembre de 1974
Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.

Héctor Lisandro “El Loli” Lucero, poeta de El Viento. Elías Castelnuovo, poeta del Barrilete.

Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El VientoTrigésima Séptima Comunión Literaria. Recibido el 6 de abril de 2010.
Lucero, Héctor Lisandro “El Loli”.

Testimonio
En respuesta a ¿por que el arte, para que? esto me ha salido
Buscando palabras que andan por ahí
imaginando música para compartir tu sentido
en noches o mañanas que llegan para
estar con el ser que ama crecer dentro.
Atado a la red sentimental para decir tu eco
que es el mío, algo que juntos vemos sin hablar.
Pongo en un acto mágico los dibujos del corazón
para ayudar en este final a toda orquesta.
Por nada solo tengo algo a nuestro favor
andar de cualquier manera acompañado
en el filo de nuestro dorado sueño
me creo que si crezco será por vos
y sigo buscando con mi motor
un sol nuevo en el alma.

Loli con con Adriana, su compañera de la vida.

 
 





 
Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 37: Caña Fistula. Castelnuovo, Elías.

Declaración Jurada

Juro que amé a la humanidad por sobre todas las cosas. Que celebré todas las fiestas de la libertad. Que no maté jamás a nadie ni lo pienso matar jamás. Que no robé, ni mentí, ni levanté falso testimonio nunca, ni tampoco nunca mandé a nadie ningún anónimo. Que no codicié ni los Bienes ni la mujer del prójimo. Que jamás me emborraché ni probé jamás una droga. Que no pisé jamás un garito o un hipódromo. Que si alguna vez estuve preso, no fue por mi mala conducta, sino por mis malas ideas. Que únicamente le envidié el genio a Dostoievsky, el alma a Jorge Federico Haendel y el corazón a Jesucristo. Que nací pobre, viví pobre y espero morir como viví siempre siguiendo invariablemente por los mismos caminos que transité durante toda mi vida.

 
Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.

Juan Andrés, Despouy, poeta de EL VIENTO. Hugo Ditiranto, poeta del BARRILETE.

Trigésima Octava Comunión Literaria. Recibida el 7 de abril de 2010. Despouy, Juan Andrés.

Testimonio

Luisito que diga lo siguiente:
Escribo por dos razones: porque a veces me sale bonito y pa’ merecerme un mundo mejor. Eso es todo.

El artista popular Matías Giachino junto a Juan, en el Bar Cultural Panacea, en el festejo de los 8 años de la Revista Cultural Latinoamericana El Viento, año 2007.

Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 38: Una Razón Suficiente. Ditiranto, Hugo.

Declaración Jurada

La poesía
duerme en el corazón de todos los hombres
no la despierten
un inesperado día amanecerá cantando…


Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.