viernes, 13 de agosto de 2010

Laura Lerner Emmer, poeta de EL VIENTO. Diego Mare, poeta del BARRILETE.

Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento
Décima Segunda Comunión Literaria. Recibida el 15 de Enero de 2009.
Lerner Emmer, Laura.
Mónica y Luis, va mi declaración jurada, la lleva el Wayra que el viento la arremoline cerca de ustedes y que sigan con sus siembras”.

 
Testimonio

Juro que cuando llegué a esta tierra me enamoré de las flores, de los árboles, de las veredas para jugar, de los animalitos que vivían en el fondo de mi casa de infancia.

Me costó mas enamorarme de los humanos, solo pude hacerlo cuando un abrazo, una mirada, una sonrisa, me invitaban a la vida y les agradezco, aprendí a dar y recibir.

Juro que atravesé mucha aventura y mucha pena, que confío en mi corazón y siento mucho amor.

Amor por mí, por quienes comparten mi vida y están en mis recuerdos, por la Tierra que habitamos, por el asombro de la vida, por los que vienen naciendo.

Que cuando me duele mucho, demasiado, escribo

Cuando tengo miedo, escribo

Cuando me empantanan el enojo, los celos, la envidia, escribo

Cuando celebro y la alegría y el amor infinito me embriagan, escribo

Juro que vivo en labores y tareas cotidianas en la cruda y fantástica realidad y que vivo-escribo en preciosos momentos de inspiración.



Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 12: Baladas.
Mare, Diego.

Declaración Jurada

Como diría Vallejo: “nací un día que Dios estaba enfermo” en los arrabales polvorientos de Chivilcoy, a 150 kilómetros de Buenos Aires. Según parece fue un 25 de enero, pero en mis fatigados documentos lleva fecha 29 –no sé si porque el Registro Civil quedaba a varias “leguas” o porque mis padres se pasaron unos días cavilando seriamente qué hacer conmigo. Lo cierto: ocupo el décimo sexto lugar entre mis hermanos y algun General debe haber sido mi padrino (octavo hijo varón). Mi padre se llamó Bernardo Mare y mi madre se llama Soledad Casuccio. Era el año 1944.

También, como diría Lubrano Zas: “no descubrí mamotretos amarillentos en el desván de mi abuelo. En casa no hubo libros”. Pero fui precoz: sanateaba de lo lindo a mis amiguitos pueblerinos.

En 1950 el BHN le adjudicó a mi madre un departamento en el Barrio 22 de Agosto (frente al Parque Avellaneda) en Buenos Aires. Tenía yo 6 años y aunque mi vieja hubiera preferido dejarme por ahí en casa de alguna de esas tías tuertas, me las arreglé para que me trajera a la “capi”.

Desde ese año viví y vivo en Floresta. Soy prácticamente porteño. Y muy triste.

Cursé estudios primarios, estudios secundarios, estudios universitarios, y otros estudios y estudios, y quisiera Dios ayudarme para no pasar por el mal trago de tener que doctorarme en algo.

Desde el segundo año de la escuela secundaria, mis estudios fueron nocturnos. Las circunstancias me llevaron a trabajar en todo un poco: aprendiz de tipógrafo, mandadero; más tarde me hice corrector de pruebas, después empecé a redactar algunas notas y trabajé como periodista en varios lugares de los cuales mejor no acordarse.

De mi temprana militancia en el movimiento anarquista guardo hermosos recuerdos, el conocimiento de gente íntegra y avezada en la lucha y la memoria ya casi desvaída de una estruendosa caída siendo casi niño. De otras militancias llevo varias no muy hondas y aún estoy en el camino. Mi corazón es zurdo de tan corazón que se empecina.

Tiré y perdí (para bien de todos) mucha talentosa poesía. Nunca sabré con exactitud de que antepasado me viene la cosa juglaresca. Pero como soy audaz publiqué mis primeros trabajos en 1963 (Al hombre en su mirada) y luego me hice un reincidente (A todo pájaro, 1965). Soy culpable de estas y de otras travesuras literarias de menor calibre, en última instancia intrascendentes y de mal gusto (queda alguna antología grupal, revistas, colaboraciones, ETCETERA).

Soy flaco, ruliento y digamos que no conformo del todo una persona simpática. Los íntimos me dicen que soy agresivo e intolerante. He conocido a casi todos los escritores y poetas de mi generación (¡o palabreja!), y hace como una década que los ando eludiendo y me eluden con suma elegancia. Cuando nos encontramos el saludo es tan afectuoso que últimamente ando pensando que los grandes abrazos están de moda. Y punto.

Tengo amigos, artistas y no artistas. Gracias no sé bien a qué o a quién me considero un marginal no solo de la cultura oficial del país sino de lo que puede llamarse la subcultura (grupillos, trenzas, élites, coleccionistas, y recopiladores de pequeños premios, recomendaciones, becas, ETCETERA). Es un problema lipúrzico.

Además, todavía ando viviendo con toda la dignidad sobre mi metro/78 de estatura. Me casé hace 11 años con una piba de mi barrio. Tengo un hijo. Padezco de historias y leyendas.

Me gustan los viajes y los hago. Conozco todo mi país, salvo el litoral (imperdonable). Anduve por Latinoamérica: Chile, Bolivia, Perú. Estuve 1 año en España y visité otros países de Europa (Francia e Inglaterra). Hice cosas por ahí, amé y me amaron.

Desde 1965 no publico y creo que lo haré dentro de varios lustros.

Antes de terminar:

En Barcelona tuve la apreciada oportunidad de conocer a Gabriel Celaya. Lo que más recuerdo de él es una frase que largó al pasar: “Los poetas, en estos tiempos, deben autopremiarse”. Después recordé que, años antes, la misma frase me había dicho una noche en un café de Congreso el poeta Edgar Bailey… Hay gente que esta llena de coincidencias ¿no?

Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.

1 comentario:

Miscelania dijo...

Para Diego Mare, nos conocimos en Barcelona en el año 1972 seria el mes de Mayo, los dos paseabamos por las ramblas de Barcelona, tú tenias hambre yo tenia curiosidad, me quisiste vender un libro,para comer dijiste,yo no tenia dinero pero te envite a cenar(Crema de Esparragos de sobre)Tú me regalaste un libro A Todo Pajaro, hoy releyendo me preguntaba si todavia estabas vivo,y decidi investigar la posibilidad de que asi fuera.Parece ser que si, que el tiempo no se cebo contigo.Gracias por darme a conocer y prestarme a Cesar Vallejo despues de tantos años sigo intentado ser la cosa mas rara del mundo Poeta-Cocinero, si esta nota te llega aqui esta mi correo ataratiel@gmail.com. Desde Barcelona y con 38 años de distancia. Un abrazo Antonio Ferrer.