miércoles, 16 de diciembre de 2009

Obra del herrero, poeta y pintor Luis Napoli, el amigo del poeta herrero, Dardo Dorronzoro


Herrero como Dardo, poeta, pintor y viajero. Luis Napoli nos abrió las puertas de sus alas. leímos sus escritos del amor, nos contó sus aventuras con Dardo Dorronzoro, nos dio un pantallaso final sobre la vida y obra del poeta desaparecido en la última dictadura militar, su amigo.



NAPOLI

“U
n poco más de cianuro”, sugería don Luis mientras que con un pequeño martillo marcaba el punto justo. Edmundo y Dardo con su masa respondieron armoniosamente el mandato del maestro.“Pan, pin, pun, pun, pun, pin, pan”.Me sorprendía que hombres tan rudos produjeran esa maravillosa música. Yo era casi un niño de 12 años. Miraba y aprendía como se hacia un caldeo.Luego se retocaban las curvas, ajustándose a una circunferencia perfecta.Ayudé a traer madera y carbón. Hicimos un fuego a la medida necesaria para calentar la llanta conformada en una planchuela de medio por 3 pulgadas. Cuando estuvo en su punto junto y suficientemente dilatada la colocaron sobre las camas sostenida por los rayos y unidas a la masa.Completada la tarea ya estaba preparada la regadera. Con agua y se iría enfriando toda la circunferencia al contraerse quedaba todo perfectamente ajustado. Y... colorin colorado, este cuento se había terminado.Pero no fue así, porque era costumbre que al término de este trabajo se descansara tomando unos mates con masitas de boliche. Mientras tanto, yo veía que al tocar el agua en el hierro caliente levantaba un vaporcito que parecían fantasmas.“Son duendes”, dijo Dardo. Anochecía. Le dije a don Luis Dorronzoro: “Cuénteme algo de usted”.Comenzó recordando que en Carmen de Areco trabajaba en el periodismo y ataco al intendente por un mal proceder. Esa fue causa suficiente para que perdiera su trabajo y se lo expulsara del pueblo.Y siguió diciendo: “Así fue que para salvar el pellejo me traslade a San Antonio de areco. Funde una imprenta y edité un semanario socialista. En esa época gobernaban los conservadores cuya costumbre era empastar las cajas de los tipos, como lo hicieron una noche en mi local. Termine en Lujan trabajando como herrero de carros que era mi oficio”.Mientras tanto observe que Dardo tenía en sus manos un libro, se trataba del “Romancero gitano”, de Federico García Lorca. Nos leyó unos versos. Así conocí a ese herrero – poeta, con el que fui hermanado por el arte durante mas de 40 años. Aquel día yo estaba lejos de soñar que alguna vez caminaría a orillas del Guadalquivir “montado en potro de nácar sin bridas y sin estribos”.Confieso que siempre quedo grabada en mi memoria aquella melodía: pun, pin, pan, pan, pan, que seria la canción que, décadas más adelante, cantarían muchos de los niños de mi país.Ahora si me preguntan dónde esta Dardo, contestaría: “Es posible que este en el fondo del Río de la Plata recitándole algunos de sus poemas a un grupo de sirenas”.“Yo quiero una maquina que produzca pan, rosas y olivos, una muchacha sonriendo para siempre en el recuerdo, y una paloma de papel de seda y una dulce lluvia, para cuando estemos tristes”.





Foto de bodas


Aquella noche me quedé dormido temprano, había trabajado todo el día en una composición de flores y jarrones, estaba en búsqueda de expresar drásticamente, partiendo de la fantasía, en procura de una realidad un tanto subjetiva. En fin, totalizar un clima que expresara ese misterio nostálgico que dejan los recuerdos y el otoño. Quizás, esa carga emotiva me hizo regresar de mi niñez, cuando les prometí a mis padres que confiaran en mí porque estaba seguro que sería pintor. Comencé muy joven a balbucear dibujos que mis progenitores tomaron como el divertimento de un chico. Entonces fue en búsqueda de la fotografía que retrataba su primer día de bodas, no fue difícil emocionarme profundamente al invocar la memoria, al punto de hacerlos descender del marco que contenía sus jóvenes figuras... Hallar el pasado en el presente, como algo arraigado en mis sueños... La vida tiene mucho de misterio... Voluntariamente mis padres descendieron de aquella fotografía en el momento en que yo ponía en mi paleta los colores para pintar aquel motivo que latía en la impaciencia de mi corazón. Por un momento me olvidé de ellos, acomodé el caballete en mi taller un tanto desordenado... y me conduje hacia el atril, puse la tela que todavía conservaba la grisalla ocre. Observé el motivo que tenía ante mis ojos que corregí inventado algunos pliegues para darle unidad y movimiento a la composición... Tracé las líneas dominantes, y luego las manchas de sombras y colores, buscando la unidad cromática con la calidad de las tierras. Progresivamente la composición se fue tornando en efectos que llegaron a conformar mi íntima emoción. De pronto sentí a mis padres que se acercaron a mí para decirme... también ellos emocionados: “Ahora sí creemos que la pintura fue el amor que animó tu corazón esperanzado”. Esta pequeña historia que la necesidad nos inventa, como si el diálogo con nuestros padres estuviera siempre en vigencia, pese al tiempos de haberlo perdido... Así es que, todo aquello que nos toca el alma se identifica en nuestro ser, mediante ese sueño que nos ayuda a continuar en la vida. Hoy me asomé a la ventana del taller, afuera el paisaje animaba en mis ojos con el asombro otoñal que madura la tarde... Al tiempo pasó un vecino y como de costumbre me sorprendió: “Adiós maestro”. Me di cuenta que su saludo era una especie de riesgo, un desafío a la muerte, ya que el arte debe servir a la construcción de un mundo mejor.

Luis Napoli





No hay comentarios: