jueves, 12 de febrero de 2009

Juan Miguel "Pelado" Bustos

Juan Miguel "Pelado" Bustos, poeta puntano, nació en 1943 y a publicado entre otros libros, Poemas (1978), De Cantos Y De Rostros (1980) y Preludio De Las Tonadas (2005).
Hay algo admirable en él, que es digno de mencionar para quienes recién se inician en el camino de la poesía y para los que aun quieren aprender: el insiste en la oratoria poética como una forma de llegar más a la gente. Sabe todos sus poemas de memoria y de pequeño en la escuela dijo siempre poemas. No completo la escuela primaria, pero no le hace falta, pues ha nacido de poesías. Tiene una trayectoria invisible y visible por el camino de la literatura provincial y nacional. Es para nostros de los mas grandes poetas de San Luis en la actualidad, poeta que no se le ha dado el valor que merece. Ese mal dicho de hacer creer a la gente que los creadores no son profetas en su tierra. Fabricaba sus libros de forma artesanal en su imprenta casera y los vendía en la esquina de la Plaza Pringles de nuestra ciudad. Es un patrimonio de la poesía popular. Formo parte del grupo de poetas La Marcha, que hacian funciones ha beneficio de comedores barriales, escuelas públicas, etc.

CIUDAD

Esta ciudad me tiene a mí
pero yo no la tengo.
Pájaro de humo,
extraño pájaro,
alguna vez la tuve entre mis manos
pero no supe asirla.
Yo la soñé distinta,
recuerdo.
Le dibuje otro rostro,
le pinte una sonrisa campechana
y un gesto amigal
para quererla,
y de tanto garabato de calles,
de gentes y de casas,
la sentí mía;
La creí mía;
La puse allí nomás,
encima de esta tonta forma
de querer que tengo
y me quedé soñando.
Esta ciudad me tiene a mí,
pero yo no la tengo.
La he visto girar desordenadamente
por fuera de este sueño;
Enredado espiral
de pujas y ambiciones;
Feriantes de mentidas razones;
Señoras y señores
de pieles y corbatas,
etiquetas vacías
y corazón goma espuma.
Esta ciudad
esta en la vereda de enfrente.
Dispone de otro idioma.
Tiene una voz distinta.
Sobre su piel de asfaltos retorcidos,
anda a los tumbos
la identidad de sus falsos poetas,
empeñados en la institución
del verso con olor a imprenta.
Cada esquina
es una gastada tribuna
donde se trepan los políticos
del hambre y la rapiña
a repartirse el sudor de los otros.
Me han cambiado la ciudad.
O me cambiaron de ciudad.
Yo no he nacido aquí.
No ha sido aquí
donde bebí el bocado lactal
de la primera infancia.
Donde asumí el espacio
del tejo y la rayuela.
Donde aprendí la cónica prontitud
de la púa y el trompo
y ensayé
la certera puntería de la troya.
Hoy, los veo pasar,
urgidos y extraños,
a esos mismos
que un día corrieron conmigo
la revolcada ilusión
de una pelota de trapo.
Allá van,
detrás de un parlante
que vocifera no se que ventajas
de una nueva marca,
y se estrujan las manos
hasta hacerlas sudar
miserables monedas.
Esta ciudad me miente.
Esta ciudad me duele.
Esta ciudad me sangra.
Con una herida nueva.
Huele a enfermedad
el amarillo actual de sus otoños
y el vuelo de aquél pájaro
es una mancha triste.
He perdido mi ciudad.
En que sala de espera
de que sucia terminal
Se me quedó olvidada?
Quién la habla hoy?
Quién la tiene hoy?
Porque yo no la tengo,
yo no la camino,
yo no la siento.
A filo de uñas
voy a descascarar la costra dura
de cuanta propaganda
hay en todas partes,
porque quizás allá en el fondo
permanece aún su color habitual,
su rostro primero,
su actitud de muchacha sencilla.
Porque esta ciudad
de guitarras de níquel
y cantos facturados,
esta ciudad me tiene a mí,
pero yo no la tengo.

(Del libro De dioses y otros olvidos, año 2005)

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