sábado, 14 de agosto de 2010

Adrián Algarbe, poeta de EL VIENTO. Héctor Borda Leano , poeta del BARRILETE.

Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento

Décima Comunión Literaria. Recibida el 12 de julio de 2009.
Algarbe, Adrián.

Testimonio


Iluminando el camino

Yo no creo en la palabra que predica mi destierro,
aunque en mis alas mojadas brote otra vez la tristeza,
tejiendo ramas de ausencia, cuchillas que corta el viento.

Iniciados, y poetas serviles de la marea,
profeta en trono de bronce, pálida sombra del miedo,
no callaran con la sangre, el grito de la inocencia.

Abriguemos que intimidan los buitres con su desidia,
oradores, pasatiempos, ladrones de la justicia.
¿será que la maldecida llevaba trapos de arriba

Tal vez me encuentre la muerte peleando por mi destino,
se irá con la Salamanca mi alma tan llena de grillos,
tal vez me encuentre la muerte, iluminando el camino.

Entre tantas ruinas veo una canción que ilumina,
brotando como florcita, de la sombra aparecida,
que no la pueden los vientos, ni la sepulta una herida.

Y la suerte que no llega ni en pedo ¡cómo uno piensa!
¿Seguirá quizás distante? ¿Peleada con la paciencia?
Aunque las tripas te canten chacarera pa’ las fiestas.

Que agonía será el viento cuando se calle la tarde,
queriendo salir de pobre no hay ilusión que me ampare,
entre la vida y la muerte de llanto en llanto va el hambre.

Tal vez me encuentre la muerte peleando por mi destino,
se irá con la Salamanca mi alma tan llena de grillos,
tal vez me encuentre la muerte, iluminando el camino.

Adrián con su guitarra guapa, cantando en una peña de los 10 años la Revista El Viento, año 2009.


Editorial Papeles de Buenos Aires

Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 10: La Challa.
Borda Leano, Héctor.

Declaración Jurada

Nací en la alta meseta boliviana, en una pequeña ciudad a la que llamaron Oruro. Como la gente de mi tierra marcha en un tiempo diferente, que la gente “occidental y cristiana” puede que mi edad no puede registrarse en calendarios y pequeñas maquinas “made in Suisse” por lo tanto es posible que tenga 20 años, o quizá 700 si hacemos valer los años del dolor y de la rabia. Ahora bien, si se tratara de saber la edad del hombre por su capacidad de asombro y de ternura, puede que en mi caso necesitemos de un tratamiento similar al del carbono 14. De todos modos la filiación antigua de mi odio, mi asombro, y mi ternura corresponden a mi filiación humana. Soy casado y tengo cuatro hijos, aunque muchas veces llamé hijos míos, a los niños héroes de la isla de Cuba, que se plantaron como enhiestas tacuaras libertarias en Sierra Maestra o en la bahía de Los Cochinos, y también a esos dulces vietnamitas que calzando “ojotas” campesinas y comiendo un puñado de arroz cada tanto, hicieron morder el polvo de la derrota a los rubios capataces del pentágono; llamo también hijos míos, cotidianamente, a los niños argentinos, uruguayos, bolivianos, chilenos, guatemaltecos, colombianos, mexicanos, etc. etc. cuyos nombres está prohibido pronunciar, y que cuando se los dice se santiguan los burgueses, los militares, los policías, las viejas beatas, los obispos y cuanta fauna camina por el mundo, mostrando lo que explotaron al humilde. Alguna vez publiqué un libro de poemas: “El Sapo y la Serpiente” y algunas veces también gané algunos premios literarios, pero de que vale eso si mis poemas se leen y se escuchan en tenidas literarias y no se han encontrado todavía en las mochilas de los combatientes de la liberación, ni se han ensuciado de grasa en las fabricas ni se han aventado de los surcos de América. Supe de las añagazas de la vida, pero como la vida da sentido a la muerte aún con sus añagazas y sus trampas, la vida me es querida, porque estoy seguro que solo así podré ser fiel a mi cadáver, como soy y he sido fiel a mis vísceras palpitantes. Amo a la poesía porque aunque truene como un eructo de los dioses, o restalle como un fusil liberador de los hombres, tiene entrañas de mujer, voz de mujer, lágrimas de mujer y sexo de mujer. Por hoy nada más.

Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.

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