Publicaciones de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento
Novena Comunión Literaria. Recibida el sábado 6 de enero de 2008.
Rosales, Gabriel.
Testimonio
Arte poética
Sí, constantemente nos venden (y compramos) imágenes (en serie) que nos dibujan el rostro y palabras (mil veces repetidas) que nos etiquetan. Apostar por la poesía, entendiéndola como trabajo hecho con y desde el lenguaje, es apostar por construir otra manera de relacionarnos con nosotros, nuestra historia y el mundo que nos rodea. Una manera (quizá) más lúcida, más atenta, más propia. Una manera que intenta siempre (aunque a veces lo logre y a veces no) escabullirse de los (grandes y pequeños) poderes que quieren instituirnos.
Autobiografía
Me llamo Gabriel y nací hace 28 años en un pequeño pueblo de la Provincia de San Luis llamado La Carolina. A los seis años mi familia se mudó a la ciudad en busca de una escuela secundaria para mi hermano mayor. Quedaron allá mis abuelos, mis tíos, algunos primos, muchos amigos y un perro buenísimo al que llamábamos Temible.
Mi primer poema malo lo escribí para ganar un concurso literario en el que salí tercero.
Mi segundo poema malo lo escribí para dejárselo a una chica por debajo de la puerta de su casa y nunca me enteré si lo leyó.
Mi tercer poema malo lo escribí para obsequiárselo a una novia que me dejó dos semanas después.
Mi primer libro (más o menos malo) lo escribí, gracias a algunas coincidencias, con mi amigo Walter. Nuestras familias habían venido del campo y ahora vivían en barrios suburbanos. Los dos teníamos bronca por los balazos de goma que nos daban en algunas marchas que por ese entonces se hacían contra el gobierno. Los dos estábamos enamorados, etc. De todo eso salió “Prohibido el Paso”.
Mi segundo libro (ojalá menos malo que el primero) lo escribí con otro amigo, Jorge, como una manera de hac
er que algunas penas (de amor por supuesto) sean menos pesadas y, por qué no, más bellas. De esa catártica experiencia salió “La huella en ningún lado”.
En estos días estoy leyendo mucho más de lo que escribo. Juan Gelman, Joaquín Gianuzzi, Roberto Juarroz, Héctor Viel Temperley, Hugo Mujica, Octavio Paz y Juan L. Ortiz son algunos de mis contertulios nocturnos.
Cuando no estoy leyendo una poesía, un cuento, un ensayo o alguna novela, suel
o trabajar de docente en la Universidad Nacional de San Luis.
Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 9: Versos En La Ciudad.
Requeni, Antonio.
Declaración Jurada
Llevo más de veinte años tratando de descifrar mi verdadero rostro o iluminar una mínima porción del Universo a través de las palabras. En ellos supongo mi esperanza y en ellos confío mi destino. Porque yo amo las palabras. Pero he aprendido a no confundir la poesía con esos signos que la exteriorizan, sin compartir la hoy generalizada creencia de que la poesía debe rebelarse contra su natural estructura, que es el lenguaje. Tengo para mí que la poesía no va contra las palabras sino que las trasciende, rebasa su sentido y proyecta desde ellas una nueva significación.
Mediante estos livianos y modestísimos versos he querido revelar algunas intimidades de Buenos Aires, ciudad caótica, cordial y casi mágica a la que únicamente puedo amar con palabras, pero con un afecto que quisiera proyectarse, como la poesía, más allá de las palabras.
Novena Comunión Literaria. Recibida el sábado 6 de enero de 2008.
Rosales, Gabriel.
Testimonio
Arte poética
Sí, constantemente nos venden (y compramos) imágenes (en serie) que nos dibujan el rostro y palabras (mil veces repetidas) que nos etiquetan. Apostar por la poesía, entendiéndola como trabajo hecho con y desde el lenguaje, es apostar por construir otra manera de relacionarnos con nosotros, nuestra historia y el mundo que nos rodea. Una manera (quizá) más lúcida, más atenta, más propia. Una manera que intenta siempre (aunque a veces lo logre y a veces no) escabullirse de los (grandes y pequeños) poderes que quieren instituirnos.
Autobiografía
Me llamo Gabriel y nací hace 28 años en un pequeño pueblo de la Provincia de San Luis llamado La Carolina. A los seis años mi familia se mudó a la ciudad en busca de una escuela secundaria para mi hermano mayor. Quedaron allá mis abuelos, mis tíos, algunos primos, muchos amigos y un perro buenísimo al que llamábamos Temible.
Mi primer poema malo lo escribí para ganar un concurso literario en el que salí tercero.
Mi segundo poema malo lo escribí para dejárselo a una chica por debajo de la puerta de su casa y nunca me enteré si lo leyó.
Mi tercer poema malo lo escribí para obsequiárselo a una novia que me dejó dos semanas después.
Mi primer libro (más o menos malo) lo escribí, gracias a algunas coincidencias, con mi amigo Walter. Nuestras familias habían venido del campo y ahora vivían en barrios suburbanos. Los dos teníamos bronca por los balazos de goma que nos daban en algunas marchas que por ese entonces se hacían contra el gobierno. Los dos estábamos enamorados, etc. De todo eso salió “Prohibido el Paso”.
Mi segundo libro (ojalá menos malo que el primero) lo escribí con otro amigo, Jorge, como una manera de hac
er que algunas penas (de amor por supuesto) sean menos pesadas y, por qué no, más bellas. De esa catártica experiencia salió “La huella en ningún lado”.
En estos días estoy leyendo mucho más de lo que escribo. Juan Gelman, Joaquín Gianuzzi, Roberto Juarroz, Héctor Viel Temperley, Hugo Mujica, Octavio Paz y Juan L. Ortiz son algunos de mis contertulios nocturnos.
Cuando no estoy leyendo una poesía, un cuento, un ensayo o alguna novela, suel
o trabajar de docente en la Universidad Nacional de San Luis.
Matías Codina, Gabriel Rosales, la Gringa Oliveras y su amado compañero de la vida (el poeta Enzo Mottura) y el Guzmán. Corazón de la Cooperativa Editorial Revistas Callejeras. Compartiendo el nacimiento de una nueva obra literaria. San Luis, año 2010.
Editorial Papeles de Buenos Aires
Colección: La Pluma y la Palabra
Libro Número 9: Versos En La Ciudad.
Requeni, Antonio.
Declaración Jurada
Llevo más de veinte años tratando de descifrar mi verdadero rostro o iluminar una mínima porción del Universo a través de las palabras. En ellos supongo mi esperanza y en ellos confío mi destino. Porque yo amo las palabras. Pero he aprendido a no confundir la poesía con esos signos que la exteriorizan, sin compartir la hoy generalizada creencia de que la poesía debe rebelarse contra su natural estructura, que es el lenguaje. Tengo para mí que la poesía no va contra las palabras sino que las trasciende, rebasa su sentido y proyecta desde ellas una nueva significación.
Mediante estos livianos y modestísimos versos he querido revelar algunas intimidades de Buenos Aires, ciudad caótica, cordial y casi mágica a la que únicamente puedo amar con palabras, pero con un afecto que quisiera proyectarse, como la poesía, más allá de las palabras.
Fuente: Libro LAS HOJAS. Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez. Año 2010. Colección: Libros de la calle.
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